sábado, 13 de julio de 2019

Mila & Bianca - Parte 2


Él empezó a comer su hamburguesa doble carne con panceta y queso cheddar, y ella repreguntó:

-¿Por qué no estás a favor del aborto?
-Porque no, no me parece. No hay por qué sacarle la posibilidad de vivir a nadie.
-Pero, perdoname, vos te estás comiendo una tremenda hamburguesa, ¿de dónde pensás que salen toda esa carne y queso?
-No es lo mismo.

-Sí, es lo mismo. Esos animales nacen únicamente para que vos te los comas, ¿vos te pensás que ellos eligen morir para que vos vengas a morfártelos acá? Si estás a favor de la vida, tené un poco de coherencia de estar a favor de todas, no solamente de las que a vos te parecen válidas.
-Sos una extremista, me parece. Además, no sos vegana, ¿o sí?
-No soy vegana. Pero acá lo que pasa es que vos no estás a favor de la vida, sólo estás en contra del aborto.
-Está bien, dejemos este tema -sugirió él- No nos vamos a poner de acuerdo.
-No, para mí es re importante esto. Es como si me dijeras que sos racista. No puedo pasar por alto eso, porque creo que está mal.
-¿Qué importa qué piense yo? Si total, las que quieren abortar, abortan igual.
-No es ese el punto.
-¿Y cuál es? ¿Estar a favor o en contra? Bueno, me pongo a favor del aborto si para vos es tan importante, ¿listo? Qué tanta vuelta, si total para garchar no es necesario que coincidamos en esto.
-¿Eh? -dijo Bianca, con gesto de confusión.
-Nada.
-A ver si entendí: Vos estás diciendo que da igual cómo pensemos vos y yo sobre el aborto, porque lo único que te importa es que garchemos esta noche.
-En ningún momento dije eso, sólo planteé que no es necesario que coincidamos en eso.
-¿Podés no hacerte el boludo? Explicame qué quisiste decir.

Bianca hizo silencio, pero él no retomó la conversación:

-¿No me vas a explicar? -insistió ella.
-¿Para qué? Si vos ya le pusiste el significado que querías.

Nuevamente hizo silencio, y fue más drástica:

-¿Sabés qué? Tomá -determinó, mientras sacaba plata de la billetera y la ponía sobre la mesa- Todo bien, eh, pero no me voy a fumar este tipo de conversación. Vine a pasarla bien, no a estresarme.
-Dejá, no pongas plata -contestó él, con tono tranquilo- si seguro te la dio tu mamá, yo pago.
-Ah, pero vos sos un forro de mierda.
-Vos me provocaste. Yo estaba tranquilo, y me pusiste de mal humor tratándome mal.
-O sea que es mi culpa…
-Ya fue, andá.
-Sí, me voy a ir, pero antes necesito que me digas por qué te estás comportando de esta manera. Somos adultos, ¿a vos te parece manejarte así? ¿Es normal en tu vida esta situación? -increpó ella.
-Sacaste un tema que es importante para vos, no nos pusimos de acuerdo, y empezaste a atacarme. Yo nunca me manejo así, vos sos la conflictiva acá.
-Chabón, ¿no viste mis fotos con el pañuelo verde? ¿No pensaste que esta charla podría llegar a darse?
-Qué sé yo.
-Dale, tratá de ser un poco más claro. Ya está, te voy a dejar tranquilo acá con tu comida, pero dame al menos un argumento.
-Pensé que podíamos llevarnos bien. No imaginé que fueras a sacar este tema.
-¿Qué significa “llevarnos bien”?
-Pegar onda, ¿tantas preguntas me vas a hacer?
-Para vos “pegar onda” es coger, ¿no?
-Sí, puede ser también.
-Listo. Ya está. Ahora sí, me voy. Disfrutá tu hamburguesa provida.

Bianca se alejó de la cervecería caminando rápidamente y con el rostro enrojecido. Agarró su celular y le envió un audio a Mila: “Todo mal con este flaco, era provida. Me fui apenas salió el tema del aborto. Encima me quiso tomar de boluda porque vivo con mis viejos. Un pelotudo. Estoy re enojada”. Mila no contestó.
Luego, le envió un mensaje al chico con el que acababa de encontrarse: “Me voy muy decepcionada”. Él tampoco respondió.

Después de esperar largos minutos, Bianca se sentó en uno de los asientos dobles del colectivo, y le escribió a Ezequiel:

-Perdoná si te destraté esta tarde. Me agarraste de sorpresa.
-No hay problema -aseguró él, inmediatamente- Si necesitás hablar, acá estoy.
-Me cuesta expresarme a veces, perdón, en serio. Te amo.
-Yo también te amo. No hace falta que me pidas perdón. Yo estoy enamorado de vos por toda tu manera de ser, no es necesario que cambies ni te excuses.
-Gracias.
-Y en cuanto a lo que te propuse hoy, sin presiones, en serio.
-No, todo bien, entiendo por qué que me lo planteaste.
-No hace falta que cambiemos nada.
-Me da la impresión de que, si lo propusiste, es porque querías que algo cambiara -sugirió ella.
-Sí, pero podemos seguir aunque no cambie, no es que no puedo vivir si no somos novios. Entiendo ahora que vamos a tener una especie de relación abierta, o simplemente una amistad con derecho a roce.
-¿Hace falta ponerle un título?
-Me sirve para darle un significado a las cosas que vivimos.
-¿Las cosas que hacemos juntos no tienen significado si no se dan bajo un cartel que explique qué somos?
-Perdoná, no quise decir eso.
-¿Y qué quisiste decir?
-Nada, me apresuré a responderte y terminé diciendo algo que no tenía sentido.
-Entonces, ¿no pensás realmente que nuestra relación no tiene significado porque no determinamos que somos “novios” o lo que sea?
-No, no lo pienso.
-Igual, nada… Disculpame, Eze.
-¿Qué?
-Que me disculpes, estoy siendo medio brusca con vos. Es que estoy de re mal humor, y Mila no me contesta.
-¿Querés contarme qué pasó?
-No sé cómo vas a tomarlo.
-Prometo tomarlo bien.
-Bueno.
-¿Qué pasó?
-Me vi con un chabón, que terminó siendo provida, y encima me quiso boludear porque vivo con mis viejos.
-Qué gil.
-Sí, encima él vive de arriba porque el papá le regaló un departamento. Es fácil creerse la gran cosa cuando tenés la vida servida, ¿no?
-¿Por qué te viste con él?
-Porque tenía ganas.
-No, claro, pero quiero decir… ¿Qué te interesó de él? Por cómo lo describís, suena como un mal tipo.
-No estoy segura. Sus historias de Instagram me hacían reír, y pensé que quizás la pasaba bien si me juntaba a tomar algo.
-Ah, ok.
-¿Te enojaste?
-No.
-¿Y ese “ok”?
-Es que no tengo mucho para acotar.
-¿Seguro?
-Seguro. Sólo quiero recordarte que me gusta que podamos hablar abiertamente de nuestros sentimientos y experiencias.
-A mí también me gusta. Vos también podés contarme, si querés…
-Es que yo no ando con nadie, con vos me alcanza.
-Ezequiel…
-No lo digo como comentario manipulador, Bian, es que realmente es así para mí. Así como sos libre de verte con quien quieras, yo soy libre de verme sólo con vos.
-Está bien.
-De cualquier manera, tengo una pregunta importante para hacerte.
-¿Qué cosa?
-¿El pibe este tenía un fetito de juguete en el llavero?
-Ay, ¡Ezequiel! Jaja.
-Yo siempre llevo uno en el bolsillo, por si acaso. Nunca se sabe cuándo podés llegar a necesitarlo.
-Tonto, jaja. Te extraño un poquito.
-Puedo ir a tu casa, si querés, y dormimos juntos. Pero ojo, sin compromisos, no sea cosa que pienses que somos novios por compartir la cama, eh.
-Taradito que sos.
-Te amo, ¿te acordás?
-Yo también, ¿y vos te acordás?
-Todo el tiempo.
-Re de obsesivo lo tuyo.
-Re de desapegada lo tuyo.
-Qué chistoso estás, me estoy riendo a carcajadas en el colectivo.
-¿En serio?
-No.
-Jajajaja.
-Jaja. Mi mamá te invitó a casa el domingo, ¿venís?
-Sí, de una.
-Venite tipo 11 o 12.
-Ok.

La conversación no continuó, y Bianca se puso los auriculares para escuchar música. Luego, guardó su celular en el bolsillo.

La calle de adoquines hacía rebotar su cabeza contra la ventana, mientras en su rostro estaba fijado un gesto de agobio. Aparentemente incómoda por el tambaleo del colectivo, se enderezó en su asiento y lentamente se dejó resbalar en el respaldo.
Todavía incómoda, volvió a cambiar de posición, y entonces alguien subió al colectivo. Con algo de preocupación, Bianca centró la mirada en esa persona, y susurró: “¿Darío?”.


Parte 3: http://unperfectoplandelfin.blogspot.com/2019/07/mila-y-bianca-parte-3.html



Escrito por: Tomás Bitocchi


1 comentario: