martes, 21 de enero de 2020

Mila & Bianca - Parte 17


Al día siguiente, Bianca se levantó y, luego de bañarse, se sentó a desayunar. Entonces llegó Graciela, su mamá, junto a un hombre rubio y algo bronceado.

-¡Hola! -dijo el sujeto, con efusividad.
-¡Hola papi! -contestó Bianca, algo sorprendida.
-¿Cómo estás? Volví antes, le dije a mamá que no te dijera así te sorprendía, mirá lo que te traje -explicó, mientras le mostraba un par de chocolates suizos- Compré varios porque no me acordaba cuál te gustaba más.
-Gracias papi, después como un poco, ¿cuánto tiempo te quedás?
-No sé, pero imagino que más o menos un mes, ¿cómo estás? ¿Cómo anda Darío?
-Ezequiel, ahora es Ezequiel, Roberto -corrigió Graciela, desde atrás.
-Ezequiel, perdón, me olvidé -corrigió el padre, con vergüenza.
-Todo bien -dijo Bianca, pero no continuó la conversación.
-Contale a papá cómo va la búsqueda de trabajo, hija -invitó Graciela.
-Horrible, todos los trabajos son una mierda -replicó Bianca, mirando con enojo a su madre.
-Tranquila, Bian, tomate el tiempo que necesites para buscar, no hay apuro -alivió Roberto, mirando primero a Graciela y luego a su hija.
-Pero papá, si vos vieras...
-¿No vas a hacer nada, entonces? -interrumpió la madre, con tono provocador.


Antes de que Bianca respondiera, el padre habló, mientras levantaba las manos como para evitar la confrontación:

-Mamá tiene razón, algo tenés que hacer. Si no trabajás, por lo menos estudiá, tené un hobby, metete en alguna ONG, ayudá a la gente, no sé, algo. No podés estar sin hacer nada, no te va a hacer bien a la cabeza, Bianca.
-Yo hago cosas.
-Salir con tu novio, otros chicos que no son tu novio, y con Milagros no es “hacer cosas”, hija, eso se llama boludear.
-¿Podés dejar de decir todos comentarios forros, Graciela? -contestó Bianca, levantando la voz.
-¡Bianca! -llamó la atención su padre, y continuó hablando con tono imperativo- Concentrate en encontrar algo para hacer. No me importa qué sea. Hoy dedicate a pensar y a la noche nos sentamos y lo hablamos.
-Hoy a la noche salgo.
-Mañana, entonces -concedió el padre, ante la desaprobación de Graciela.


Luego de esa escena, los padres se sentaron a la mesa con Bianca. Roberto mostró unas fotos que sacó en Estados Unidos, donde había estado de viaje por trabajo. Con algo de tedio, su hija las miró durante algún rato, pero luego se fue a su habitación.


Más hacia la tarde, le escribió a Mila:


-Hola amiga, ¿a qué hora venís hoy?

Mila contestó horas después.

-Hola, a ninguna.
-Dale, boluda, quedamos en vernos con Alex, ¿te acordás? Arreglé para ir a la casa al final, vive con su amigo Marco. Pensé en juntarnos en mi casa y de ahí salir las dos.
-No, Bian, no voy a ir -sentenció Mila.
-¿Por qué? Me habías dicho que sí...
-¿Es joda?
-¿Es por lo de ayer, Mila? Mirá que yo no estoy enojada, eh. Todos tenemos nuestros momentos de calentura, ya fue, no pasa nada.
-Yo sí estoy enojada.
-Sí, ya sé, y tenés razón en tu enojo. La verdad es que ayer yo te insistí aunque me habías dicho que no querías ir. Me equivoqué, deberíamos habernos quedado en casa. Perdón -pidió Bianca.
-Ok, gracias por disculparte.
-De nada, cuando cometo errores lo acepto, más si los hice con alguien que quiero.
-Está bien.

Luego de un bache de diez minutos, Bianca retomó.

-¿A qué hora nos juntamos entonces?
-¿Otra vez, Bian? Te dije que no quiero ir.
-Pero me habías dicho que sí ibas a venir, o sea, yo arreglé esta salida teniendo en cuenta que vos me habías dicho que venías.
-Te dije que sí porque me sentí presionada.
-Intento ponerme en tu lugar y comprendo lo que me estás diciendo, pero el tema es que la salida ya la organicé, Mila -insistió Bianca.
-Cancelale, boluda. Ni lo conocés al chabón, ¿qué importa dejarlo colgado? Tampoco es que le estás avisando diez minutos antes.
-Es que no quiero cancelar, tengo ganas de conocerlo, más si vamos a la casa...
-Bueno Bianca, andá y cogételo, pero no me metas a mí en el medio. Yo no tengo ningún interés en conocer a esta gente.
-Me parece que podríamos comunicarnos de una manera más razonable, no hace falta que me trates así.
-No quiero hablar más en estos términos, no quiero intentar ponerle onda ni comunicarme razonablemente. Quiero sentirme bien, y estar cerca tuyo no me ayuda.


Bianca tardó varios minutos en responder.


-¿Por qué me decís algo tan hiriente?
-Dale, Bianca, no alcanza con pedir perdón por lo de ayer. ¿No te das cuenta que no funciona nuestra amistad? Perdón si sueno hiriente, no quiero lastimarte, pero me siento así.
-¿Y todas las veces que te escuché, te defendí y te ayudé? -reclamó.
-Nada de eso perdió valor, Bianca, pero esas situaciones pasadas de nuestra relación no tienen conexión con las razones por las que no quiero que hablemos más.
-¿Es por lo que me dijiste anoche?
-Sí.
-¿Y no podés darme alguna chance para cambiar?
-Tuvimos muchos años para chequear si nuestra amistad funcionaba. Estoy tomando esta decisión basándome en eso, no en estos últimos días.
-Está bien. Yo todavía te quiero mucho y te considero mi amiga. Entiendo que ya tenés una decisión tomada, pero también quiero decir que yo di todo por nuestra amistad.
-Cuando no tenemos lo necesario, ni siquiera dar todo es suficiente. Yo tampoco pude darte lo que querías en una amiga, compinche, compañera, o como quieras decirlo. Así como hubo situaciones que para mí fueron un garrón, imagino que para vos también, porque estoy segura que debe ser una mierda estar con una amiga en un lugar que te encanta y que ella te ponga cara de orto porque se quiere ir. Te pido perdón por haberte hecho pasar malos ratos.
-Mila, dale, por favor, no hace falta que hagas esto -rogó Bianca, reculando- Ahora que soy más consciente de esta situación, voy a actuar de manera tal que puedas sentirte más cómoda. Aprecio mucho que hayas podido comunicarme tus sentimientos de esta manera, y por eso quiero decirte que no hace falta dejar de hablar, no somos una pareja, no es que tenemos que ponerle un “corte” a nuestro vínculo.
-Pero Bian, incluso madres e hijas se distancian y dan un corte, acá lo que cambia es que lo estamos haciendo explícito y conversando al respecto, en lugar de dejar de hablar de un día para el otro sin dar explicaciones. No hace falta que queramos salvar nuestra amistad a toda costa simplemente porque está ahí. Hay un mundo allá afuera, y ese mundo está lleno de gente con la que podemos tener una mejor relación.
-¿Y a vos qué te importa el mundo de allá afuera? Si te la pasás sola en tu casa.


Mila demoró en responder.


-Mirá que tuviste tiempo de pensar antes de mandar eso... Y aun así, lo enviaste.
-Vos también me atacaste, me querés hacer ver como una persona de mierda, y no lo soy. Toda la vida te fui sincera y te fui de frente, incluso cada vez que me puse insistente. Vos me estás culpando de arrastrarte a hacer cosas que no querés o de juzgar tu manera de ser, pero vos siempre tuviste la posibilidad de no ir conmigo a algún lado y de decirme cuándo algún comentario te molestaba pero, incluso teniendo esa posibilidad, no lo hiciste. Vos no querrás hablar más conmigo, pero no me quieras hacer creer que esto es culpa mía.
-¿Te hace feliz creer eso?
-No me trates como a una pelotuda, Milagros. Acá lo que está pasando es que anoche vos tomaste valor para decir cosas que no te animabas y, como venís hace años reteniéndolas, explotaron y te llevaron a hacer lo que estás haciendo ahora. No me podés culpar por haber sido cagona tantos años, eso no era ni es mi responsabilidad.
-También es tu responsabilidad haber llegado a este momento, no es solamente mía, Bianca, somos dos acá.
-No, no lo es. Yo fui sincera siempre y dije cada cosa que pensaba, incluso las que te parecieron hirientes. No es que antes era de una manera y después cambié. Siempre fui así y vos lo sabías. No me podés echar la culpa de nada. Ponele que ahora creés que nuestra amistad te hace daño, ok, no hablemos más, pero no es mi culpa esto. No me hagas cargar con ese peso. Yo acepto tu decisión, pero vos aceptá lo que significa tomarla. Hacete cargo de quién fuiste todos estos años.

Mila contestó diez minutos después.

-Ya está, Bianca.
-¿Ya está? Ok. Que tengas una buena vida entonces, Milagros -replicó inmediatamente.
-Igualmente.


Bianca se quedó en silencio mirando un punto fijo, con una expresión devastadora en su rostro. Luego, llegaron varios mensajes de Ezequiel.


Parte 18: https://unperfectoplandelfin.blogspot.com/2020/02/mila-bianca-parte-18.html


Escrito por: Tomás Bitocchi

No hay comentarios:

Publicar un comentario