sábado, 13 de julio de 2019

Mila & Bianca - Parte 4


El chofer intentó tocarla, pero ella lo repelió. Con dificultades para respirar, intentó levantar los brazos, y el conductor exclamó “¡¿Te ahogaste?!”, tras lo corrió a buscar una botella de agua, que intentó luego meterle en la boca. Ante un nuevo rechazo de Bianca, redobló la apuesta, pero ella salió disparada del colectivo. “¡Si te morís no es mi culpa, eh, yo te quise ayudar!”, le gritó, a la distancia.

Cuadras después, llegó a su casa, y recién antes de ingresar pudo calmarse. Se fue a dormir inmediatamente.



-Qué mal, Bian. Bueno, ya fue, a otra cosa -contestó Mila al audio sobre el chico provida, a la mañana siguiente.
-Amiga estoy re mal, ayer me crucé con Darío -respondió Bianca, enseguida.
-¿Qué? ¿Dónde?
-En el bondi. Estoy re angustiada, me agarró una crisis.
-¿Querés venir a casa y que hablemos?
-Sí, por favor.
-Ok, vení cuando quieras.
-Salgo en un rato.

Bianca se preparó y, antes de cruzar la puerta, se encontró con su madre:

-¿A dónde vas, hija?
-A lo de Mila.
-¿Y no pensabas avisarme?
-No. Es Mila, mamá.
-No vuelvas tarde.
-¿Por qué?
-Porque sería bueno que mañana te levantes temprano para salir a repartir tu CV.
-Me habías dicho que no había presiones para encontrar trabajo…
-No hay presiones, pero te lo quiero recordar, porque hace varios días que no te veo hacerlo.
-Mando CV por Internet.
-¿Ah, sí? ¿Desde el celular mandás CV? Mirá qué curioso.
-Sí, ¿no sabés? La tecnología avanzó un montón. Vos deberías saberlo, si estás todo el día hablando boludeces en esos grupitos de Whatsapp con tus amigas.
-Bajá el tonito.
-Me voy, chau -determinó, molesta, y se marchó.

Mila la recibió vestida con un buzo enorme y un pantalón holgado. Se saludaron, y se sentaron a tomar mate:

-Bueno, contame.
-Tuve un día de mierda ayer.
-¿Qué pasó con Darío?
-Cerrado, como siempre. Intenté hacerle entender, pero no pude.
-Ajá.
-Y yo como una tarada tratando con paciencia de mostrarle que puede ser más feliz, pero él se clava en su posición.
-Bueno pero, de última, él está eligiendo ese camino, ¿no?
-Sí, pero me da igual si lo elige alguien que no me importa, o si ese camino fuera menos doloroso. Por ejemplo, mi vieja es ama de casa y la mina es re feliz con eso, incluso aunque a mí me parezca que es una mala decisión de vida. En cambio, en el caso de Darío, es obvio que el chabón la está pasando re mal por las decisiones que toma.
-Bian, a ver, escuchame y no te enojes, por favor-pidió Mila.
-¿Qué?
-Por ahí es momento de dejarlo ir, ¿no?
-Es que lo hice.
-Siempre decís eso pero, aun así, en algún momento siempre sale el tema...
-Boluda, ¿qué culpa tengo de cruzármelo en el bondi?
-Ninguna, pero el tipo ya tiene una postura tomada. Ya está, no te quemes la cabeza pensando que se está cavando la tumba. Además, es opinable si el tipo está equivocado o no.
-Vos porque pensás igual que él.
-No es que pienso exactamente igual, pero creo que tiene un punto, y vos le estás insistiendo aunque ya te dijo que no.
-Mila, sos mi amiga, bancame en esta.
-Intento darte mi opinión, nada más.
-O sea, sabemos lo que se siente que un tipo te manipule haciendo de todo para que te enamores, para que después tire todo a la mierda de golpe y, al final, te quedes ahí sintiéndote una pobre boluda, preguntándote qué fue lo que hiciste mal. Al menos como mujeres estemos del mismo lado en esta situación.
-¿Eh?
-Vos porque no nos viste en privado pero, por mucho, Darío fue la persona que más se preocupó e intentó engancharme. Y aun así, a la primera que me mostré más independiente de lo que él pudo tolerar, se borró.
-Te juro que no entiendo cómo pensás. El tipo no quiere una relación abierta, vos sí. Listo, se terminó el tema.
-No es eso, Mila. El tipo quiere que mi cuerpo sea su propiedad, y eso me revienta. ¿A vos te parece razonable reprimir nuestras ganas de estar con alguien porque otra persona nos dice que no le parece apropiado? ¿Y que encima después te venga con que le hacés mal, y que está triste por tu culpa? Muy manipulador todo.
-Bianca, ya está. Por Dios, hace semanas y semanas que hablamos de esto, ya no tenemos más vueltas para darle. Por favor, cortá de una vez con toda esta historia. Además, otra cosa, ¿te olvidaste que andás con Ezequiel? Porque el pobre pibe siempre queda pintado en tu vida.
-Está todo bien con Ezequiel.
-¿Segura? Ayer me escribiste re frustrada porque te dijo de estar de novios.
-Es que me preocupaba que se enojara o bajoneara.
-¿Lo amás a él también? O sea, ¿amás a los dos?
-Sí.
-Entonces quedate tranquila. Amás a dos chabones. Uno quiere estar con vos, y el otro no. No me parece que tengas que seguir dándole manija al asunto. Concentrate en Ezequiel, no te vayas por las ramas.
-Está bien.
-Y tomá tu mate por favor.
-Ah, sí, perdoná.
-¿Algo más que quieras contarme?
-Hm, no, sólo que creo que tendríamos que salir a algún lado. No sé, necesito despejarme.
-¿No querés que comamos acá?
-No.
-¿Vamos a cenar a algún lado?
-No, Mila. No quiero ir a comer ja ja, quiero hacer otra cosa. Una ex compañera me invitó a ir a algo que ella organiza.
-Me encanta lo específica que sos.
-Ja ja ja, se llama “Ciclo Luna Eterna”.
-¿Y qué hay ahí?
-Exponen distintos tipos de artistas. Vamos, boluda, si no tenemos nada para hacer.
-Hm, ¿a qué hora es?
-A las 19 dice el evento. Ahí le puse “asistiré”.
-Ok, “asistiremos” entonces, pero si es una mierda vayamos a cenar como yo propuse. Y comamos una pizza, que tengo muchas ganas.
-Está bien, pero ponele buena onda igual, eh, no me vengas con que es una mierda a la primera que algo no te gusta -pidió Bianca, y su amiga asintió con la cabeza.


A las 19 en punto llegaron. Un muchacho les cobró la entrada al ingresar, y se adentraron en el recinto. Parecía una casa grande reacondicionada para ser un salón de eventos. Con algo de sigilo, observaron las instalaciones, decoradas con pinturas y dibujos, y luego se sentaron en unos bancos que estaban ubicados frente a un pequeño escenario.

-Che, no hay nadie -dijo Mila.
-No, pero es acá, boluda, es esta dirección -aseguró Bianca.
-Ya sé que es acá, ¡si pagamos entrada! Pero por ahí está mal la hora del evento, ¿segura que era a las siete?
-Sí, igual aguantemos, debemos ser las primeras, y tampoco es que esto se vaya a llenar. Hay que esperar un poco.
-Dale.
-Está re lindo el lugar, ¿no?
-Sí. Tengo hambre -cambió de tema Mila.
-Acabamos de llegar, boluda.
-Ya sé, ¿venderán pizza acá? Venden comida, imagino.
-Seguro, vamos a ver.

Ambas se levantaron, y continuaron recorriendo en búsqueda de un lugar donde vendieran pizza. Detrás de un mostrador improvisado había una mujer de espaldas que, al darse vuelta, saludó:

-¡Bianca!
-¡Andy! ¿Cómo estás?
-Bien, gracias por venir, ¡qué sorpresa! Y vos sos… -dijo, mirando a Mila.
-Mila, una amiga, mucho gusto.
-Igualmente. Qué bueno verte por acá Bian, ¡hace mil años no nos cruzamos! -comentó, con una sonrisa que dejaba a la vista todos sus dientes.
-Sí, mal. Che, ¿era a esta hora, no? -consultó Bianca, con algo de timidez.
-Sí, a las siete, pasa que, como no hay gente todavía, no arrancó ninguna performance. Estoy acá atrás con unos amigos, ¿quieren venir?
-Sí, dale de u…
-Estábamos buscando algo para comer, ¿hay comida a esta hora? -interrumpió Mila.
-Sí, por supuesto, ¿qué quieren?
-Pizza -continuó Mila.
-Bueno, ¿birra quieren?
-Sí, dale -dijo Bianca.

La organizadora les dio una botella de cerveza y dos vasos descartables, y les pidió que volvieran en breve a buscar la pizza. Después de cobrarles, regresó con sus amigos.

-Che, re mala onda quedamos -regañó Bianca.
-¿Por qué? -preguntó Mila.
-Porque la flaca re amable nos invitó a ir con sus amigos, y la cortaste menos diez.
-Vamos si querés.
-No, ahora no da.
-¿Y qué hacemos?
-Esperemos.

Momentos después, la organizadora las llamó y les dio la pizza: “Ya estaban haciendo esta, salió al toque, buen provecho”.

-Oh, preciosa Venus -celebró Mila.
-Hambrienta que sos. Vamos a sentarnos.

Tomaron lugar en unas mesas que estaban en el salón contiguo al del escenario, y finalmente dieron pie al banquete. “Está medio cruda la masa”, acotó Mila, pero Bianca la ignoró.

Mientras la pizza iba desapareciendo de la escena, más gente iba llegando. En un momento, cuando ya había alrededor de diez personas, un muchacho alto, de ojos claros, pelo rubio y ondulado, se paró frente al micrófono: “Buenas noches, mi nombre es Alex, y esta noche voy a leer un poco de lo que mi alma desprende desde lo más profundo de su esencia”.

Instantes después, tomó aire, y empezó a recitar, mientras leía en su celular:

“Soy el pibe del barrio,
‘villero’, como vos decís,
invisible para el mundo,
menos a la hora de votar.

Soy tu causa
cuando le jurás a todos
que querés un mundo mejor,
y tu mierda
cuando te quedás sin celular.

Soy yo, el que ves acá,
‘sucio’, ‘negro’, ‘morochito’.
Decime como quieras
pero por favor
nunca más
quieras hablar por mí”.

Todos los presentes estallaron en aplausos, incluidos la organizadora y sus amigos. “Gracias, muchas gracias”, decía el jovencito. Bianca aplaudía. Mila miraba con odio.

-Aplaudí, boluda -pidió Bianca a su amiga.

Mila, con la misma cara, palmeó dos veces y bajó las manos.

El chico rubio nuevamente tomó aire:

“Somos gente de laburo,
todo siempre cuesta más,
tal vez vos no lo entendés,
pero vivir duele mucho
cuando el futuro no es garantía.

Lloramos de hambre
cuando no hay trabajo,
morimos de frío
todos los inviernos.
Somos el fondo de tu olla,
mientras la nuestra
sigue vacía”.

La ovación fue general. La organizadora le gritaba “¡Genio, genio!”. Alex retomó:

-Les agradezco una vez más por sus aplausos. Disculpen si me tiembla la voz, pero es que leer esto me emociona, tanto como al momento de haberlo escrito -explicó, mientras hacía gestos de contener el llanto- Para cerrar, quisiera cantar una canción que significa mucho para mí, para lo que voy a invitar a mi amigo Marco, que toca la guitarra de manera increíble -continuó, mientras el susodicho se acomodaba- Creo que muchos aquí presentes saben de la existencia de esta composición así que, sin más, espero que la reconozcan y, desde ya, que la disfruten. Ah, y recuerden que pueden seguirme en Instagram como @alexpoetadelbarrio, ahí voy a subir mis poesías y avisarles dónde voy a estar haciendo mis presentaciones.

Marco empezó a tocar la introducción, y Alex ingresó con la voz: “Cuando sale del trabajo Homero viene pensando, que al bajar del colectivo esquivará unos autos…”.

-La concha de tu madre -insultó Mila, por lo bajo.
-¿Qué te pasa, boluda? -preguntó Bianca.
-Tengo ganas de romperle la cabeza a este pelotudo.
-¿Por qué, qué pasa?
-¿En serio no te jode lo que está haciendo?
-No… Está bueno lo que leyó, ¿qué te pasa?
-Nada, dejá.




Escrito por: Tomás Bitocchi

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